CAPITULO II
EL RITO MÍSTICO DEL BAUTISMO
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Es muy digno de tenerse en cuenta que casi todos los sistemas religiosos han prescrito abluciones previas a la realización de los deberes religiosos, y la adoración que se hacía en el antiguo Templo de Misterios atlante, el Tabernáculo en el Desierto, no fue una excepción de ello, como hemos visto en los capítulos de la Primera Parte, o "Símbolos de Iniciación antigua y moderna". Después de haber alcanzado la justificación por el sacrificio hecho sobre el Altar de Bronce, el candidato se veía compelido a lavarse en el Lavabo o Pila de Consagración, el Mar Fundido, antes de que le fuera permitida la entrada para llevar a cabo los deberes de su ministerio en el propio Santuario. Y es de conformidad con esta regla también, que el Héroe de los Evangelios fue al río Jordán, en donde pasó por el rito místico del Bautismo. Cuando salió del agua, se nos dice que el Espíritu Santo descendió sobre Él. Por lo tanto, es obvio que aquellos que siguen el Sendero de Iniciación Cristiana mística deben también igualmente ser bautizados, antes de que puedan recibir el Espíritu, que debe ser su guía a través de todas las pruebas que tienen ante sí.
Pero qué cosa es lo que constituye el Bautismo, es un asunto que ha dado lugar a las discusiones más encontradas y al empleo de argumentos de una intensidad casi increíble. Algunos entienden que es un rociado de agua, y otros insisten en que debe ser sumergido en agua todo el cuerpo. Algunos dicen que es suficiente con llevar al niño a la iglesia, rociarle con agua, a pesar de sus llorisqueos, y hete aquí al infante convertido en un cristiano, un heredero del cielo; y que en el caso desgraciado de que muriera antes de que se ejecutara en él este rito sagrado, iría inevitablemente al infierno. Otros toman una posición Más lógica y dicen que el deseo del individuo de ser admitido en la iglesia es el factor primordial necesario para hacer efectivo el rito, y por lo tanto, aguardan hasta la edad adulta antes de llevar a cabo la ceremonia, y entonces la realizan sumergiendo todo el cuerpo del neófito en el agua.
Pero tanto sí el rito se efectúa en la infancia como en años después, parece extraño que una momentánea inmersión o un simple rociado con agua, tengan la influencia o poder de salvar el alma, y cuando se examina y observa la vida subsiguiente de aquellos que han sido bautizados de un modo o del otro, aun en la edad adulta y con todo su pleno consentimiento y deseo, podemos hallar, en la gran mayoría, muy poco o ningún perfeccionamiento. En consecuencia de esto, se nos muestra evidente que éste no puede ser el rito adecuado y propio, toda vez que el Espíritu no ha descendido sobre ellos. Por todo lo cual, nos es forzoso hallar otra razón que nos explane lo que constituye el rito místico auténtico del Bautismo.
"Se cuenta una leyenda de un rey otomano que declaró la guerra a una nación vecina, peleó varias batallas contra ella con diversos resultados, pero finalmente fue vencido y llevado cautivo al palacio del vencedor, donde fue obligado a trabajar en los menesteres más usuales como un esclavo. Después de muchos años, de llevar tal vida, le favoreció la fortuna y escapó a un país distante, donde gracias a un trabajo muy duro adquirió una propiedad rústica pequeña, se casó y tuvo varios hijos, quienes crecieron al compás de los años. Por último, se vio en su lecho de muerte ya de edad muy avanzada, y al efectuar su último respiro se incorporó sobre la almohada y miró a su alrededor, pero ya no había allí ni sus hijos ni nadie. Tampoco se hallaba en el lugar que había considerado como hogar suyo durante muchos años, sino en su propio palacio, el cual suponía había abandonado en su juventud, al empezar la guerra, viéndose además, tan joven como era al abandonarlo. Así mismo se halló sentado en una silla con la vasija de agua acercada a su cara y un sirviente ocupado en bañarle el pelo de la barba." Lo que ocurrió fue que en el preciso momento de hundir la cara en el agua empezó a soñar que iba a la guerra y pasó todo el tiempo de una vida en la tierra de los sueños, durante los pocos segundos que transcurrieran hasta que levantó la cabeza.
Se conocen miles de casos semejantes, los cuales nos demuestran que fuera del mundo físico no existe la noción del tiempo, y los acontecimientos de un millar de años son fácilmente inspeccionados en un corto momento.
También es bien conocido el hecho de que cuando una persona está bajo el agua y a punto de ahogarse, toda su vida precedente se renueva ante sus ojos con claridad cristalina, y hasta los más nimios detalles, los cuales se han olvidado con el transcurso de los años, se revelan con toda precisión y claridad. Debe, pues, haber, y, en efecto, lo hay, un depósito de los sucesos, el cual puede ser examinado bajo determinadas condiciones cuando los sentidos se han calmado o inhibido, y nos hallamos cerca del sueño o de la muerte.
Para que esta última parte sea clara al lector, debe ser comprendido y tenido en cuenta que el hombre es un ser compuesto, que tiene vehículos muy finos y sutiles que ínter penetran al cuerpo físico, cuyo cuerpo es lo que generalmente se cree que es lo único que forma al hombre. Durante la muerte o el sueño, este cuerpo denso está inconsciente debido a su completa separación de sus vehículos más finos, pero tal separación es sólo parcial durante los momentos en que sueña al hallarse durmiendo o bien previamente al ahogo. Esta condición capacita al espíritu el grabar los sucesos en él cerebro más o menos fijamente, con arreglo a las circunstancias, especialmente aquellos incidentes que están relacionados consigo mismo. A la luz de estas explicaciones nosotros comprenderemos fácilmente lo que constituye realmente el rito del Bautismo.
Con arreglo a la teoría nebular, lo que ahora constituye el planeta Tierra fue en un día una neblina ígnea luminosa, que gradualmente se enfrió por el contacto con el frío del espacio. Este encuentro o contacto del calor con el frío generó una humedad, la que evaporada volvía a levantarse del centro de fuego, hasta que el frío lograba condensarla, cayendo nuevamente como humedad sobre el planeta ardiente. La superficie de la Tierra, habiendo estado de tal modo sujeta durante edades sin cuento a una licuefacción y evaporación alternantes, finalmente se cristalizó en una corteza, que cubrió perfectamente el ígneo centro. Esta blanda corteza cargada de humedad, naturalmente generó una neblina que rodeó al planeta como una atmósfera, y ésta fue la cuna de todo cuanto tiene su existencia sobre la Tierra: el hombre, el animal y la planta.
La Biblia describe este estado en el segundo capítulo de¡ Génesis, donde se nos dice que al tiempo del primer hombre salía de la Tierra una neblina, "pues todavía no había llovido". Este
estado de cosas, evidentemente continuó hasta el Diluvio, cuando la humedad descendió por fin, dejando la atmósfera clara, de modo que, pudo verse por la vez primera el arco iris, disipándose las tinieblas y dando origen a la "época de las alternativas": día y noche, invierno y verano, etc.
Por medio del estudio de la Cosmología y el pictórico resumen de la evolución que se nos da en los "Eddas del Norte", atesorados por los sabios escandinávicos antes de la era Cristiana, podemos aprender más de este período de la historia de la Tierra y la importancia que tiene sobre el tema que debatimos. Del mismo modo que nosotros enseñamos a nuestros niños valiéndonos de cuentos y dibujos, lecciones que ellos no podrían concebir intelectualmente, así también los Caudillos divinos de la humanidad se vieron obligados a enseñar a las almas de la infantil humanidad que estaban bajo su custodia por medio de imágenes y de alegorías, y por su acción prepararlas para una enseñanza de índole más elevada y superior de un día venidero. El gran poema épico llamado" La Ley del Nibelungos", nos cuenta la leyenda de lo que nosotros estamos buscando ahora, esto es, el origen cósmico del rito del Bautismo y el por qué es necesariamente el punto preliminar en el espiritual desarrollo del Cristiano místico.
La cosmogonía de los Eddas es semejante a la de la Biblia en algunos sentidos, y en otros puntos está de acuerdo con la teoría de Laplace. Copiemos unos versos de la versión de la misma hecha por Oehlenschlaeger:
"En la primitiva alborada de los seres todo no era más que un abismo tenebroso, y no se conocía ni cielo ni tierra. Al Norte, densísimas nieblas y fríos hielos se agolpaban en montañas por el lúgubre agujero de "Niflheim"; en cambio, al Sur, por el radiante polo de "Muspel". el fuego se erguía victorioso. "Entonces, una vez que hubieron pasado largas edades, la niebla del caos se encontró con un soplo tibio, el torbellino de "Niflheirn", resultando de ello un frío pero con prolífico calor. De aquí se formaron gotas que con el paternal aire que llegaba desde la tibia región de "Muspel". produjeron el gran "Autgelmer".
De modo que por la acción del calor y del frío, "Aurgelmer", o como es llamado, el "Gigante Ymer", fue primeramente formado. Este fue la simiente de donde vinieron las Jerarquías espirituales, los espíritus de la tierra, del aire, del agua, y finalmente el hombre. Al mismo tiempo el Padre del Todo creó la "Vaca Audumla", de cuyas cuatro tetas salieron cuatro chorros de leche, que nutrían y alimentaban a todos los seres. Estos son los cuatro éteres, uno de los cuales ahora sostiene al mineral, dos de ellos alimentan a las plantas, tres al mineral y todos los cuatro al reino humano. En la Biblia se habla de cuatro ríos que nacían del Paraíso.
En algún momento, según postula la ciencia, debió formarse una corteza o costra por la continua ebullición del agua, y de la cual ascendería una neblina, según se dice en el segundo capítulo del Génesis. Por grados, aquella niebla debió enfriarse y condensarse, cerrando el paso a la luz solar, de modo que debía ser imposible para aquella naciente humanidad el percibir sus cuerpos aun cuando hubiera poseído el ojo físico. Pero en aquellas condiciones el hombre de entonces no tenía más necesidad de los ojos que la que tiene hoy en día el topo que agujerea la tierra. Sin embargo, no eran ciegos, pues se nos dice que "ellos veían a Dios", y como quiera que las "cosas (y seres) espirituales son vistos (o percibidos) espiritualmente", los hombre de aquel entonces debieron estar dotados de vista espiritual. En los mundos espirituales hay un diferente tipo de realidad que la de aquí, lo cual forma la base de todos los mitos.
En tal estado de las cosas no podía haber choque de intereses, y la humanidad se consideraba a sí misma como hijos todos de un Gran Padre, mientras que vivió bajo el agua de la antigua Atlántida. El egoísmo no hizo su aparición hasta que la niebla se hubo condensado y dejaron la ácuea atmósfera de la Atlántida. Cuando se abrieron sus ojos de modo que pidieron percibir el mundo físico y las cosas que contiene, cuando cada uno se vio a sí propio como un ser separado y distinto de todos los demás, la conciencia de "yo y mío, y tú y tuyo", tomó forma en sus primitivas mentes y una avaricia egoísta reemplazó al sentimiento de camaradería y fraternidad que prevalecía bajo las aguas en los primitivos atlantes. Desde aquella época hasta el presente estado social, el egoísmo ha sido considerado como la única actitud legítima, y hasta en nuestra cacareada civilización el altruismo es considerado como un sueño utópico, indigno de ser tenido en cuenta por una persona sensata y práctica.
Si la humanidad hubiera sido permitido que se entregara al egoísmo y a la avaricia sin ninguna clase de impedimento o de oposición, es difícil de prever y pronosticar cuál hubiera sido el fin de todo. Pero debido a la inmutable ley de Consecuencia, cada causa debe producir un efecto equivalente, y el principio del sufrimiento (efecto) nació del pecado (causa) con el benévolo propósito de hacernos volver al sendero de la virtud. Es preciso sufrir mucho y vivir muchas vidas o renacer muchas veces para alcanzar ese propósito, pero cuando finalmente nosotros nos hemos familiarizado con la aflicción y las penalidades, cuando hemos cultivado esa pronta y aguda simpatía que siente y se hace solidaria de todos los males y miserias del mundo, cuando Cristo ha nacido dentro de nosotros, entonces viene al Cristiano místico esa ardiente aspiración de "buscar y salvar a todos aquellos que están perdidos" y enseñarles el camino que lleva a la Luz y a la Paz eternas.
Pero para enseñar el camino, nosotros primeramente debemos conocerlo, y sin un conocimiento y comprensión verídicos de la causa del dolor, nosotros no debemos enseñar a los otros el modo de encontrar la permanente paz. No puede ser obtenido este conocimiento del dolor, del pecado y de la muerte, por medio de la lectura de libros, de conferencias y ni hasta por las enseñanzas personales de otro; por lo menos, una impresión suficientemente profunda e intensa que llene todo el ser del aspirante, no es posible de ningún modo conseguirse por tales medios. El Bautismo solamente, es lo que producirá este efecto de manera adecuada, por lo que el primer paso de la vida de un Cristiano místico, es el Bautismo.
Pero cuando nosotros decimos Bautismo, no nos referimos necesariamente a ese bautismo físico, en el que el neófito es ya rociado o bien sumergido en el agua, y en donde éste hace al que le bautiza ciertas promesas. El Bautismo místico puede tener lugar en un desierto arenoso tan fácilmente como en una isla, pues se trata de un proceso espiritual para conseguir un propósito espiritual también. Puede, asimismo, ejecutarse en cualquier momento del día o de la noche, en invierno o verano, pues ocurre en el momento en que el candidato siente con suficiente intensidad el anhelo de conocer la causa del dolor y de aliviarlo. Entonces su espíritu es llevado bajo las aguas atlantes, en donde ve el primitivo estado de amor y de bondad fraternales, donde percibe a Dios como al Gran Padre de todos los seres, quienes están allí rodeados de su maravilloso y divino amor. Por su vuelta de manera consciente a tal Océano de Amor, el candidato queda tan entera e intensamente imbuido e infundido con ese sentimiento de bondad, de relación y de unidad con su especie, que el espíritu del egoísmo ha desaparecido de él para siempre. Es debido a esa saturación del Espíritu Universal, por la que puede decir después. "Si un hombre os quita la capa, dadle también el manto, si os hace que caminéis con él una milla, id con una milla más". Sintiéndose él uno con todos, el candidato no considera ni aun a su crucifixión sacrificio como
una ofensa que se le hace sino que puede decir. "Padre, perdónales", pues sus verdugos y él, son idénticos y están unidos a él, los cuales sufren por su mala acción; siendo a la vez agresores y víctimas. Este es el verídico y auténtico Bautismo espiritual del Cristiano místico, y otro cualquier bautismo que no produzca en aquel que lo recibe ese sentimiento de simpatía y afección universal hacia sus prójimos,- no es digno de tal nombre.
del libro "Iniciación Antigua y Moderna", de Max Heindel
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