CAPITULO III
LA TENTACIÓN
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A menudo oímos a devotos Cristianos el lamentarse de sus períodos de depresión (de sequedades). En ocasiones se hallan casi en el séptimo cielo de exaltación espiritual, durante los cuales parece que sólo ven la faz de Cristo y están en tal estado de ánimo como si El guiara todos sus pasos; y luego sin casi transición, y sin advertencia ni causa apreciable o cognoscible para ellos, se ven envueltos entre brumas, el Salvador oculta Su Faz, y el mundo se hace para ellos tétrico e insoportable por momentos. En tales crisis, no pueden trabajar, ni tampoco orar; el mundo no tiene para ellos ningún atractivo y la puerta del cielo parece que se les ha cerrado, de modo que la vida les parece indigna de ser vivida durante el tiempo que dura esa depresión espiritual. La razón de esto es, Por supuesto, la de que estas Personas viven en sus emociones; y bajo la ley de Alternativas el péndulo está condenado a subir hacia un lado tanto como ha subido Por el Otro, o sea una equidistancia del punto neutral o de gravedad. A más brillante luz, más Profunda la sombra, y a mayor exaltación, más profunda será la depresión del espíritu que seguirá a aquella exaltación anímica. Únicamente aquellos que por un frío raciocinio contienen sus emociones, escapan a los períodos de depresión; pero tampoco nunca catan la bendición celestial que se siente en la exaltación. Y es esta entrega emocional de sí mismo lo que facilita y suministra al místico cristiano la energía dinámica para Proyectarse a los mundos invisibles, en donde él se hace uno con el ideal espiritual que la ha atraído y ha despertado en su alma la fuerza para elevarse, del mismo modo que el Sol construyó el ojo con el cual lo percibimos. El pichón cae muchas veces a tierra antes de aprender a servirse de sus alas con seguridad, y del mismo modo, el aspirante que recorre el sendero del Cristianismo místico pude llegar en sus exaltaciones y arrobos hasta el mismo trono de Dios infinidad de veces, para luego caer a los pozos más profundos del infierno en su desolación. Pero algún día dominará el mundo, podrá desafiar a la ley de Alternativas, y elevarse por la fuerza del Espíritu hasta el Padre de los Espíritus, libre de los afectos de la emoción, inflamado y rodeado de "esa paz que está más allá de toda comprensión".
Pero ese es el fin al que se llega únicamente después del Gólgota y del Bautismo místicos, el último de los cuales explanamos en el capitulo anterior. Además, esto es solamente el comienzo de la activa carrera del Cristiano místico, en el cual éste queda total y completamente saturado y convencido del trascendental hecho de la unidad de toda la vida, e infundido con el sentimiento de confraternidad con todas las criaturas hasta un extremo tal que desde aquel momento no sólo lo enunciará y postulará, sino también practicará todos los mandamientos y principios del Sermón de la Montaña.
Si las experiencias del Cristiano místico no le llevaran más que hasta este Punto, así y todo constituía la mayor aventura del mundo, pues la magnitud de esta transformación personal no Pude ser definida con palabras, y las consecuencias solamente Pueden ser oscuramente imaginadas.
Muchos estudiantes de las filosofías superiores creen en la fraternidad del hombre por convicción mental de que todos hemos emanado del mismo origen, del mismo modo como los rayos emanan del Sol. Pero hay un abismo de profundidad y anchura inconcebibles entre esta fría concepción intelectual y la saturación bautismal del Cristiano místico, que siente en lo más profundo de su corazón,, y en cada fibra de su ser con tal intensidad, que llega hasta producirle dolor, pues le domina e inflama con tal deseo y vehemencia, con un amor tan a lo vivo, como lo expresan las palabras de Cristo: "!Jerusalén, Jerusalén, cuan a menudo he deseado reunir a todos tus hijos, del modo en que una gallina cobija a sus polluelos bajo sus alas!", esto es, un amor protector, anheloso, intenso que llega hasta a causarle sufrimiento, un amor que no pide nada para sí, sino únicamente el privilegio de aliviar, de acariciar, de curar, y de hacer todo el bien imaginable.
¡OH, si hubiera únicamente un pálido reflejo de semejante sentimiento universal de amor al prójimo entre la humanidad en este día tenebroso, cuál paraíso sería la Tierra! En lugar de que cada mano del hombre se levantara contra su hermano para matarle con la espada, con la rivalidad y la competencia, o para destruir su moralidad y desagradarle con las barras de la prisión o con la servidumbre industrial, por el latigazo de la necesidad, no tendríamos ni guerreros ni prisioneros, sino un mundo feliz y contento, que viviría en paz y en armonía, y en el que aprenderíamos las lecciones que nuestro Padre celestial desea enseñarnos durante nuestra permanencia en estas condiciones materiales. Y toda la miseria del mundo puede ser achacada al hecho de que si nosotros creemos en la Biblia, lo hacemos con nuestra cabeza y no con nuestro corazón.
Cuando surgimos de las aguas del Bautismo, el Diluvio atlántico, a la edad del Arco iris de estaciones alternantes, nos convertimos en una presa de las emociones cambiantes, que nos lleva de un lado a otro sobre el mar de la vida La fe fría refrenada por la razón que mantiene la mayoría de los que profesan el Cristianismo, puede darles una gran paciencia y un equilibrio mental que les puede dar algún estímulo en los momentos de depresión y de las pruebas de la vida, pero cuando la mayoría obtenga la FE VIVA del Cristiano místico que sobrepasa a la razón, debido a que es sentida con el corazón, entonces la Edad de la Alternación habrá Pasado. el arco iris caerá con las nubes y con el aire, que ahora compone la atmósfera y entonces habrá un nuevo cielo donde recibiremos el Bautismo del espíritu y "allí habrá paz", que es lo que significa la palabra JERUSALEM.
Todavía nos hallamos en la Época del arco iris y sujetos a su ley, de modo que podamos comprender que como el Bautismo del cristiano místico ocurre en un momento de exaltación espiritual, esta exaltación debe, necesariamente, ser seguida de una reacción. La enorme magnitud de la revelación le inunda y le abate; no puede concebirla ni contestarla en su vehículo de carne y sangre, de modo que el que la experimenta huye de las reuniones y del contacto de los hombres y le lleva a esa soledad representaba alegóricamente por el desierto. Tan arrebatado se halla en su sublime descubrimiento que durante el tiempo de su éxtasis puede ver la Fuente de la Vida, donde los cuerpos de todo lo que vive son formados - desde el más pequeño al mayor,- tanto el ratón como el hombre, el cazador y su caza, el guerrero y su víctima. Pero para él no están separados ni aparte los unos de los otros, pues al mismo tiempo también ve el dorado hilo divino de luz y vida único, que "une a todos y a todo rodea y enlaza". Y aun todavía más, pues oye también la flamígera nota clave que cansa sus aspiraciones y entona sus esperanzas y temores, y percibe este compuesto, de color y sonido, como la antena de Dios hecha carne. A lo primero, todo esto está completamente fuera de su comprensión; el volumen y magnitud de su descubrimiento lo oculta y anonada, y no puede concebir ni comprender lo que ve, oye y siente, pues no hay palabras para describirlo y no hay concepto que lo defina Y abarque. Pero, gradualmente, desciende sobre él la sensación Y conocimiento de que se halla en la propia Fuente de la Vida, viendo y observando, aun más, SINTIENDO todos los latidos de su pulso, y cuando tiene esta comprensión entonces llega al colmo de su éxtasis.
Tan arrobado y extasiado queda el Cristiano místico de esta bellísima aventura que las necesidades corporales se olvidan completamente hasta que cesa el éxtasis, y es, por lo tanto, solamente natural que la sensación de hambre suela ser su primera necesidad corporal cuando vuelve a su normal estado de conciencia, y también naturalmente tiene la voz de la tentación que dice: "Haz que estas piedras se conviertan en pan." pocos pasajes de las Sagradas Escrituras son tan oscuros como los primeros versículos del Evangelio de San Juan: "En el Principio era ya el Verbo"... "y sin él (el Verbo) nada de lo que hay hecho fue hecho". Un estudio superficial de la ciencia del sonido, pronto le hace a uno familiar con el hecho' de que el sonido es vibración y que sonidos diferentes moldearán la arena o a otros materiales ligeros en figuras geométricas de distinta forma.
Un cristianismo místico puede estar ignorante de este fenómeno desde un punto de vista científico pero el ha aprendido de la misma fuente de la Vida a cantar el canto del ser que da vida y existencia a cuanto desee un maestro compositor como el. Hay una nota básica para la indigerible piedra mineral, pero una modificación la podrá convertir en oro con lo cual se puede comprar los medios de subsistencia, y otra particular nota clave del reino vegetal, la podrá convertir en alimento una realidad conocida de todos los ocultistas avanzados, quienes practican encantamientos legítimamente con propósitos espirituales, pero nunca por una ganancia material.
Pero el cristianismo místico que acaba de salir de las aguas del bautismo de la propia fuente de la vida , inmediatamente se horroriza a la sola sugerencia de que use esa fuerza espiritual que acaba de conferírsele, con propósitos egoístas. Precisamente fue la rara cualidad de su alma del interés y del altruismo la que le condujo a las aguas de consagración de las fuente de la Vida, y mas pronto sacrificara todo lo suyo hasta su misma vida antes de utilizar esa nueva fuerza para ahorrarse a si propio un solo efecto de dolor . ¿Pero es que tal ser no ve al mismo tiempo al enemigo del mundo? ¿O es que el no lo siente y percibe con su gran corazón con una intensidad tal que hace que olvide su propia hambre y desaparezca esa sensación de su naturaleza física inmediatamente? Como ya sabemos y se ha repetido muchas veces, un ser espiritual de desarrollo semejante puede utilizar esa magnifica fuerza de que dispone con toda su libertad, voluntad y buen deseo para alimentar gratuitamente a millares de personas hambrientas que se le acerquen con tal objeto, pero nunca por cualquier clase de propósitos personales y egoístas la empleara para alterar el equilibrio del mundo.
El cristiano místico, no obstante, no obra así como resultado de un proceso de raciocinio. Según se ha dicho frecuentemente, llegado a tal estado no emplea ya el raciocinio, pero, en cambio, posee una orientación y una brújula mocho mas segura en una voz interna que siempre le hable en los momentos que debe tomar una determinación: "el hombre no vive de pan solamente, sino por cada palabra que procede de Dios", que también constituye otro misterio.
No hay necesidad de sustentarse de pan terrenal, para aquel que ha ganado acceso a la Fuente de la Vida. Cuanto más centrados están nuestros pensamientos en Dios, tanto menos nos veremos atraídos por los llamados placeres de la mesa, y por el hecho de alimentar nuestros cuerpos físicos sobriamente con alimentos simples, elegidos y seleccionados, obtendremos una iluminación espiritual que será imposible
conseguir para aquellos que gozan de alimentos impuros y en gran cantidad, los cuales nutren a la naturaleza inferior. Algunos santos han empleado ayunos y penitencias como medios de conseguir desarrollo para sus almas, pero este es un método equivocado por razones detalladas en un articulo publicado en el número del mes de diciembre de 1915 de nuestra revista "Rays from the Rose Cross", titulado "El ayuno para el desarrollo del alma".
Los Hermanos Mayores de la humanidad, quienes conocen y viven con arreglo a la Ley, toman alimentos únicamente a intervalos, medidos con medida de años . La palabra de Dios es para ellos un "pan de vida". Así también pasa con el cristianismo místico, y la tentación , en vez de hundirle, y dominarle, le lleva a alturas a alturas mucho mas prominentes.
del libro "Iniciación Antigua y Moderna", de Max Heindel
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Gracias Edgardo! Bendiciones!
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