LA VARA DE AARÓN
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Una antigua leyenda relata que cuando Adán fue expulsado del Paraíso del Edén, se llevó con- sigo tres ramas del Árbol de la vida, que posteriormente fueron plantadas por Set. Set, el segundo hijo de Adán, es, con arreglo a la historia masónica, el padre de la jerarquía espiritual de los clérigos, quienes trabajan con la humanidad por medio del Catolicismo, mientras que los hijos de Caín son los artífices o artesanos del mundo. Estos últimos trabajan en la francmasonería, promoviendo el progreso material e industrial como constructores del templo de Salomón, el universo. Los tres retoños plantados por Set han desempeñado una misión muy importante en el desarrollo espiritual de la humanidad, y uno de ellos se dice que es la Vara de Aarón. Al principio de la existencia concreta del hombre, la procreación se efectuaba bajo la sabía guía y vigilancia de los Ángeles, quienes hacían que el acto creador se realizara en los momentos en que los rayos de las fuerzas interplanetarias fueran propicios para el caso, así como el hombre tenía prohibido el comer- del Árbol del Conocimiento. La naturaleza de este Árbol queda de terminada claramente por las sentencias bíblicas tales como las siguientes: "Adán conoció a su esposa y ésta dio a luz a Caín"; "Adán conoció a su esposa y ella parió a Set"; o bien esta otra: "¿Cómo podré yo concebir un niño toda vez que no he conocido a un hombre?", que dijo María a Gabriel, el Ángel anunciador. A la luz de esta interpretación la sentencia del Ángel (no sólo no fue una maldición) cuando descubrió que sus preceptos habían sido desobedecidos, esto es, "vosotros moriréis", sino que es perfectamente natural y lógica, porque los cuerpos generados sin tener en cuenta las influencias cósmicas no puede pretenderse ni esperarse que persistan. De aquí que el hombre fue expulsado, desterrado, de los reinos etéreos de la fuerza espiritual (el Edén), donde crece el árbol de la fuerza vital; desterrado a la existencia concreta en cuerpos de densidad física que se conquistó para sí por me- dio de la generación. Tal sentencia del Ángel en estas circunstancias es, sin duda alguna, una bendición, pues ¿quién es el que tiene un cuerpo lo suficientemente bueno y perfecto, a su propio juicio, en el cual le gustase vivir eternamente? La muerte, pues, es una fortuna y una bendición, en el sentido de que por ella podemos volver periódicamente a los reinos espirituales, y construir en ellos mejores vehículos para cada vez que volvamos a la vida en la Tierra, según nos dice en su poema Oliver Wendell Holmes.
¡Alma mía! Construye mansiones más permanentes, según van rodando las estaciones. Abandona tus bajos techos abovedados del pasado y haz que cada nuevo templo sea más noble que el pasado. Aíslate del cielo con una cúpula más vasta cada vez, hasta que por último te libertes, abandonando tu concha, ya inservible, por la incesante vida del mar."
En el curso de la vida, cuando aprendemos a domeñar el orgullo de la vida y la lujuria de la carne, la generación dejará de absorber y agotar nuestra vitalidad. La energía vital se utilizará entonces para la regeneración, y las fuerzas espirituales, simbolizadas por la Vara de Aarón, se desenvolverán.
La varita del mago, la lanza sagrada de Parsifal, el Rey del Grial, y la Vara florecida de Aarón, son emblemas de esta divina fuerza creadora, que ejecuta maravillas de tal naturaleza que nosotros las llamamos milagros. Pero hay que tener bien en cuenta que no hay ninguno que haya llegado al grado de evolución simbolizado por el Arca de la Alianza ante la Cámara occidental del Tabernáculo, que utilice esta fuerza con fines egoístas. Cuando Parsifal, el héroe del mito del alma que tiene por título aquel nombre, ha sufrido la tentación de Kundry y
ha comprobado por sí mismo su emancipación del pecado más borroso de todos, el pecado de la lujuria y de la falta de castidad, él recobra la sagrada lanza que había sido tomada por el mago negro, Klingsor, al vencido y no casto Rey del Grial, - Amfortas. Desde aquel día, Parsífal, durante muchos años viajó mucho y recorrió todo el mundo, buscando nuevamente el' Castillo del Grial, y al volver a hallarse cerca de él, dijo al que le interrogaba de dónde venía: "A menudo yo he sido atacado fieramente por enemigos y tentado al uso de esta lanza en defensa propia, pero yo entendía bien que la lanza sagrada no debe ser utilizada para herir, sino únicamente para curar."
Y esta es la actitud de todo aquel que desenvuelve dentro de él la florida Vara de Aarón. Aunque pueda convertir esta facultad espiritual en el sentido de proveer de pan para una multitud, él nunca, ni aun le pasará por la imaginación, el convertir una sola piedra en pan para aplacar su propia hambre. Aunque él fuera clavado en una cruz y crucificado hasta morir en ella, no intentaría libertarse a sí mismo por medio de sus poderes espirituales, los cuales ha empleado ya anterior y prontamente para salvar a otros de la muerte. Aunque se viera diaria y constantemente acusado de estafador y charlatán, nunca se determinaría a hacer el uso indebido de esta fuerza espiritual, para mostrar un signo o hacer un milagro, por el cual el mundo pudiera conocer, sin sombra alguna de duda, que él es un regenerado o nacido del cielo. Esta fue la actitud de Jesucristo y ha sido también la de todo aquel que, como un Cristo en formación, sigue sus pasos y quiere imitarle.
del libro "Iniciación Antigua y Moderna", de Max Heindel
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Gracias Edgardo! Bendiciones!
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