INICIACION ANTIGUA Y MODERNA

INICIACION ANTIGUA Y MODERNA
AUTOR: MAX HEINDEL

lunes, 15 de marzo de 2010

LA TRANSFIGURACIÓN - en you tube -


CAPITULO IV
LA TRANSFIGURACIÓN

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Recordaremos que por el proceso místico del genuino Bautismo Espiritual el aspirante queda tan completamente saturado del Espíritu Universal, que, como casa sabida por sentimiento y experiencia, se convierte en uno con todo aquello que vive, se mueve y tiene existencia; uno con la Vida divina que pulsa y late todo en nuestro derredor, y la cual surge en cadencia rítmica, lo mismo de lo grande que de lo pequeño, y una vez que ha oído y aprendido la sonata del canto celestial, queda entonces investido con una fuerza espiritual de enorme magnitud, la cual puede emplear tanto para el bien como para el mal.

Debe ser recordado y bien comprendido, este efecto, que aunque la pólvora y la dinamita facilitan los trabajos agrícolas como, por ejemplo, para arrancar los troncos de los árboles, aquí para ser extraídos, si se emplearan otros medios serían muy largos y costosos; también puede esos elementos ser empleados con propósitos destructivos, como en la guerra europea. Las fuerzas espirituales también pueden ser utilizada en bien o en mal, para lo cual hay que tener e cuenta el carácter del que las posee y el motivo por el cual las emplea. Por lo tanto, todo aquí que ha pasado por el rito del Bautismo y por el ha adquirido poderes espirituales, es enseguida tentado, con objeto de que pueda ser definitiva mente decidido, el lado hacia el cual se inclinará hacia el bien o hacía el mal. En este punto, convierte en un futuro "Parsifal", un "Cristo' o bien en un "Herodes" o un "Klíngsor", que combate a los Caballeros del Santo Grial, con todos los poderes y resortes de la Hermandad Negra.

Hay una tendencia en la ciencia materialista moderna, a repudiar como fábula, digna únicamente de la atención de pobres sirvientas supersticiosas o como cuentos de viejas, las ideas creídas y comúnmente generalizadas en la Edad Medía, de que comunidades espirituales, semejantes a la de los Caballeros del Grial, tuvieron existencia real en un momento histórico, o de que hay tales seres como los "Hermanos Negros". 

La sociedad de ocultismo, durante el último medio siglo han comunicado a millares de afiliados la realidad de la existencia de los Hermanos Buenos (o Blancos), quienes pueden ser hallados por todo aquel que les busque del modo adecuado. Hoy, desgraciadamente, hay la tendencia entre estas gentes de aceptar a cierra ojos a cualquiera que se presente ante ellas manifestando que es un Maestro o un Adepto. Pero aun entre estos últimos hay muy pocos que tornen en serio la existencia de los Hermanos Negros, o conciban el enorme daño que están haciendo el mundo, y el modo en que ellos se ven ayudados, excitados y favorecidos por la tendencia general de la humanidad a entregarse a las pasiones de la carne. 

Así como las fuerzas buenas, las cuales están simbolizadas por los servidores del Santo Grial, viven y se desarrollan por los servicios desinteresados y altruistas que aumenta el brillo y lustre de reluciente Cáliz del Grial, así también las Fuerzas del Mal, conocidas como el Grial Negro y representadas en la Biblia por la corte de Herodes, que se alimentan y nutren del orgullo y de la sensualidad, de la voluptuosidad y de la pasión, simbolizado en la figura de Salomé, las cuales se vanaglorian con la decapitación de San Juan Bautista y la degollación de los Santos Inocentes. También tenemos representado en la leyenda del Grial, según la versión de la ópera de Wágner, "Parsifal", que cuando a los Caballeros que lo guardaban les era negada la inspiración del Santo Cáliz, la cual les fortalecía y les impulsaba y excitaba a ejecutar los hechos del mas grande amor y servicio, su ánimo decaía y quedaba como inertes. Igualmente pasa con los hermanos del "Grial negro". A menos que se les deje ejecutar sus actos inicuos quedaran agotados y morirán de inanición. Por lo tanto, siempre están muy ocupados en sus actividades de incitar al mundo acometer iniquidades, cometiéndolas ellos también por su cuenta.
Sí esta perniciosa actividad no se hallara contrarrestada y neutralizada en gran parte por los Hermanos Mayores - (Blancos) en sus servicios de medianoche, durante los cuales se convierten a sí mismos en magnetos para atraer hacía ellos todos los pensamientos malos del mundo occidental, para después mediante una alquimia e amor sublime transmutarlos en bien, hubiera ocurrido ya hace mucho tiempo un cataclismo de mayor magnitud y trascendencia que el de la guerra mundial. Debido a esta actuación, el Genio del Mal ha sido mantenido a raya por lo menos en ciertos límites, y si la humanidad no se hallase tan inclinado a pasarse a las filas del mal, el éxito hubiera sido aún mayor. Pero se espera que el despertar espiritual alentado por la guerra, dará por resultado el cambiar las tornas y hacer que las agencias constructoras de la evolución sumen nuevas fuerzas y reciban un gran impulso beneficioso. 

Es una fuerza maravillosa la que converge sobre el Cristiano místico en el momento de su Bautismo, por el descenso y concentración sobre él del Espíritu Universal, y cuando ha rehusado durante las horas de la tentación el profanarla por un beneficio o fama o poder personal necesariamente tendrá que emplearlo en otro sentido pues se ve impelido por un acicate interno irresistible que no le permitirá el sentarse y pasar una vida inerte Y contemplativa. La fuerza, de Dios lo invade para que predique alegres buenas nuevas a la humanidad, para ayudar y curar. Nosotros sabemos que una estufa cargada de combustible y ardiendo, no puede por menos de calentar la atmósfera a su alrededor, asimismo, tampoco puede el Cristiano místico evitar que de él irradie la divina compasión que llena su corazón y que rebosa de él, ni tampoco está en dudas de a quién amar, o a quién servir, o dónde ha de buscar las ocasiones de hacerlo. Del mismo modo que la estufa ardiendo irradia y comunica calor a todo y a todos que se hallan dentro de la esfera de irradiación, así también el Cristiano místico siente el amor de Dios que arde en su corazón y está continuamente irradiándolo a todo aquel con quien se pone en contacto. Más aún, así como la estufa caliente atrae hacia ella por su reconfortante calor a todos aquellos que tienen frío físico, del mismo modo, los calurosos rayos del amor del Cristiano místico, son como un magneto para todos aquellos corazones ateridos y encogidos por el frío y crueldad del mundo, esto es, por la inhumanidad del hombre para con el hombre.

Si la estufa se hallara vacía, pero dotada de la facultad del habla, podría pasarse el tiempo predicando el evangelio del calor a todos aquellos que sienten frío, físicamente, pero hasta la oratoria más superlativo no satisfaría a sus oyentes. Pero cuando está llena de fuego e irradia calor, no tiene necesidad alguna de predicar, los hombres ateridos de frío se acercarán a ella espontáneamente y se sentirán satisfechos. Del mismo modo, un sermón acerca de la fraternidad, predicado por uno que no se haya lavado en la Fuente de la Vida, sonará a vacío y a hueco. El verdadero místico no necesita predicar. Su mismo hecho, hasta su silenciosa presencia únicamente, será más poderosa que todos los más profundos discursos de frases hechas y vacías de sentido de los más pomposos doctores en filosofía.

Corre una leyenda de San Francisco de Asís que ilustra gráficamente este caso, y que confiamos nos revelara de mas argumentos, pues es verdaderamente importante: "Se dice que un día San Francisco se acerco a un joven monje en el monasterio donde por el momento se encontraba y le dijo: "hermano , vayamos a la aldea cercana a predicar a los habitantes de ella." El joven hermano naturalmente se sobresalto de alegría al ver el honor y la oportunidad que se le presentaba de acompañar a hombre tan santo como San Francisco. Y juntos los dos partieron hacia el pueblo hablando todo el tiempo acerca de cosas espirituales y de la vida que lleva a Dios. Embargados en esta conversación pasearon una y otra vez por las diferentes calles de la aldea, parándose aquí y allá a decir una palabra de amor y bondad a unos y a otros de sus moradores. Después de haber rodeado completamente a la población, San Francisco tomo la dirección del camino que conducía al monasterio. Cuando de repente el monje le recordó la intención que les había llevado al pueblo y le pregunto si es que lo había olvidado: "Hijo mío -le contestó,- ¿no os habéis dado cuenta de que durante todo el tiempo que hemos estado en el pueblo no hemos hecho otra cosa que predicar a esas gentes? En primer lugar, nuestro simple hábito proclama el hecho de que nosotros nos dedicamos al servicio de Dios, y tan pronto como cualquiera nos ve sus pensamientos se dirigen naturalmente hacia el cielo. Además, habéis podido ver que todos los moradores de la aldea nos han estado observando, tomando nota de nuestros modales para ver si todos ellos se con forman con nuestra profesión. Asimismo todos ellos han oído nuestra conversación y atendido a nuestras palabras, con objeto de ver si eran referentes a cosas religiosas o profanas. Han vigilado nuestros gestos y han visto que las palabras de simpatía que hemos dirigido a algunos de ellos salían directamente de nuestros corazones, las cuales caían profundamente dentro de los suyos. Nosotros, pues, hemos estado predicando un sermón mucho más eficaz y poderoso que si hubiéramos llegado a la plaza del
mercado, les hubiéramos convocado alrededor nuestro y después les hubiéramos dirigido una arenga exhortándoles a la santidad."

San Francisco era un Cristiano místico en el más profundo sentido de la palabra, y siendo enseñado desde adentro por el Espíritu de Dios, él conocía muy bien los misterios de la vida, lo mismo que ocurría con Jacobo Boehme y otros hombres santos que han sido enseñados del mismo modo. Son en cierto sentido más sabios que los más sabios de la Escuela intelectual, pero no les es necesario el postular grandes misterios con el fin de cumplir su misión y servir como faros y postes de señales para otros que también están buscando a Dios. La propia simplicidad de sus palabras y sus actos lleva en sí el poder de la convicción. Naturalmente, por supuesto, que no todos ellos llegan a la misma altura, no todos poseen las mismas fuerzas, así como no todas las estufas son del mismo tamaño ni tienen la misma capacidad de calefacción.

Aquellos que siguen el sendero del Cristianismo místico, desde el más pequeño al mayor, han experimentado las fuerzas conferidas por el Bautismo con arreglo a su capacidad. Han sido tentados para que usen sus poderes en una dirección mala y en provecho propio, y habiendo dominado la atracción del mundo y el deseo de las cosas mundanas, han sido guiados hacía el sendero del ministerio y del servicio como lo hizo Cristo, sus vidas no están caracterizadas por lo que ellos han dicho, como por lo que ellos han hecho. El auténtico Cristiano místico es fácilmente distinguido, pues nunca emplea los seis días de la semana en preparar un gran discurso que ilusione a sus oyentes el domingo, sino que pasa todos los días con igual humildad y esforzándose en hacer la voluntad del Señor, sin importarle ni buscar el aplauso público. De este modo, inconscientemente, trabaja y se va acercando a tan grandioso clímax, que en la historia de los más nobles seres que han recorrido este sendero se conoce con el nombre de "Transfiguración.

La Transfiguración es un proceso alquímico, por el cual el cuerpo físico formado por la química de procesos fisiológicos, se convierte en la "piedra viva", tal y como se menciona en la Biblia. Los alquimistas del medioevo que anhelaban hallar la Piedra Filosofal, no andaban atareados con la transmutación de tal escoria como el oro material, sino que aspiraban llegar a esa gran meta indicada más arriba, de una transfiguración espiritual. 

La humedad reunida en las nubes cae a la Tierra en forma de lluvia cuando se ha condensado suficientemente, y vuelve otra vez a evaporarse para formar nuevamente nubes, por el calor del Sol. Esta es la fórmula cósmica prima. El espíritu se condensa también en materia y se hace mineras. Pero aunque quede cristalizado en cosa tan dura como el pedernal,. la vida permanece así y todo en tal materia, y por la alquimia de la Naturaleza, actuando por medio de otra corriente de vida, el denso mineral de los constituyentes del suelo, son transformados en una composición de más flexible contextura como lo es el vegetal, el cual en este estado puede ser utilizado como alimento por el animal y el hombre. Estas substancias se hacen carne sensible por la alquimia de la asimilación. Cuando notamos y diferenciamos los cambios que son evidentes en la estructura del cuerpo humano, cuando comparamos el de los hotentotes con los de los chinos, indios, latinos, celtas y anglosajones, vemos completamente claro que la carne del hombre está constantemente sufriendo un proceso de refinamiento, por el cual se eliminan las substancias y formas groseras y bastas. Con el tiempo y mediante la evolución, este proceso de espiritualización convertirá a nuestra carne en transparente y radiante por la Luz que arde dentro, radiante al igual que el rostro de Moisés, el cuerpo de Buda, o el de Cristo en la Transfiguración.

Actualmente, la fulgencia del espíritu que mora dentro de nosotros se halla realmente oscurecida por nuestro cuerpo denso, pero, así y todo, podemos tener esperanza y hasta podemos apoyarnos para ello en la química. No hay nada en la Tierra tan raro y precioso como el radio, el extracto luminoso de un denso mineral negro llamado "pechblenda", o sea, químicamente, el uranato de uranilo. Asimismo, no hay nada tan raro y tan precioso como el extracto del cuerpo humano: el Cristo radiante. Hoy día nosotros nos hallamos trabajando para formar el Cristo dentro de nosotros mismos, pero cuando el Cristo interno haya llegado a su total desarrollo, brillará a través de los transparentes cuerpos corno la Luz del Mundo.

Es un hecho anatómico de conocimiento común y general, que el cordón espinal está dividido en tres secciones, por las cuales se controlan los nervios motores, sensoriales y simpáticos. Astrológicamente, éstos están regidos por la Luna, Marte y Mercurio, que son Jerarquías divinas que han desempeñado un papel importantísimo en la evolución humana valiéndose para ello de los tres sistemas nerviosos indicados. Entre los antiguos alquimistas estos nervios fueron designados con los nombres de tres elementos químicos: sal, azufre y mercurio, entre y por los cuales actuaba el Fuego Espiritual de Neptuno de la columna vertebral. Sube en forma de columna serpentina por todo el cordón espinal hasta llegar a los ventrículos del cerebro, pero en la gran mayoría de la humanidad este Fuego Espiritual es aún excesivamente débil. Pero cuando ocurre el despertamiento espiritual en cualquiera, semejante al que se manifiesta en una genuina y auténtica conversión, o mejor aún, en el Bautismo del Cristiano místico, entonces el descenso y rebosamiento del Espíritu, lo cual es un hecho real, aumenta el Fuego Espiritual de la columna vertebral de un modo casi increíble y entonces gracias a ello comienza un proceso de regeneración, por el cual las substancias toscas del triple cuerpo del hombre se eliminan y expulsan gradualmente, haciendo a los vehículos más permeables y más sensibles a los impulsos espirituales, y cuanto más adelante se lleve este proceso, más eficiente operarlo de la Villa del Señor se hará el aspirante.

El despertamiento espiritual que da comienzo a este proceso de regeneración en el Cristiano místico, que se purifica a sí mismo por la oración y el servicio, llega también, como es natural, a todos aquellos que se hallan buscando a Dios por el camino del conocimiento y del servicio, pero actúa en diferente sentido, el cual es observado por el investigador espiritual.

En el Cristiano místico, el regenerativo Fuego Espiritual de la espina dorsal, se concentra hacia el segmento lunar de la columna, la cual gobierna los nervios simpáticos bajo la regencia de Jehová. Por lo tanto, su crecimiento espiritual se realiza por medio de la fe tan simple, infantil y obediente como lo fue la de la humanidad en los días de los primitivos atlantes, cuando el hombre no tenía mentalidad. De este modo el aspirante atrae hacia sí la gran blanca Luz de la Deidad reflejada a través del Jehová, el Espíritu Santo, y se eleva al plano de la total sabiduría del mundo sin necesidad de ningún proceso de raciocinio intelectual. Esto transmuta gradualmente su cuerpo en la blanca Piedra Filosofal, el diamante del alma

Por el contrarío, en aquellos cuyas mentes son fuertes e insisten en sus deseos de saber la razón del porqué y cómo de cada dictado de los dogmas, el Fuego Espiritual de la regeneración actúa en los segmentos rojos de Marte y en los incoloros de Mercurio, esforzándose en infundir y coordinar el deseo con la razón, en purificar la influencia pasional del primero (Marte) para que pueda convertirse en casto como la rosa, y de este modo transmutar el cuerpo en el rubí del alma, la Piedra Filosofal roja, probada y purificada por el Fuego, esto es, un capullo creador de individualidad.

Todos aquellos que se hallan en el Camino de la Perfección, tanto si es por el lado ocultista como por el del misticismo, están tejiendo "el traje dorado de bodas", por esos trabajos, tanto desde dentro como desde fuera. En algunos, el oro es excesivamente pálido y en otros es profundamente rojo. Pero una vez que ambos hayan completado el proceso de la Transfiguración, o mejor aún cuando está cercana su terminación, los extremos se mezclen y los cuerpos transfigurados quedarán equilibrados en su color, pues el ocultista debe aprender la lección de la profunda devoción, y el Cristiano místico debe aprender cómo adquirir el conocimiento por sus propios medios, sin necesidad de remontarse o atraerlo del manantial universal de toda sabiduría.

Estas consideraciones nos llevan a una observación y vista más profundas de la Transfiguración que la que se nos relata en los Evangelios. Debemos recordar muy precisa y exactamente que fueron los vehículos de Jesús los que fueron momentáneamente transfigurados por el Espíritu de Cristo que moraba en ellos. Pero aun cuando nosotros concedamos algún efecto a la enorme potencialidad del Espíritu de Cristo en el acto de la Transfiguración, es evidente, no obstante, que Jesús debió ser un sublime carácter sin un pero siquiera.

La Transfiguración, según con lo se ve en la Memoria de la Naturaleza, nos revela que su cuerpo era de una blancura deslumbrante, con lo que se nos demuestra la fusión o comunión con el Padre, el Espíritu Universal. 

Hay una gran diversidad en los desarrollos espirituales del día, hasta lograr la fusión con el Espíritu Universal, pero en el reino de Cristo tales diferencias desaparecerán gradualmente, y será adquirido por todos un color uniforme que indicará tanto el conocimiento como la devoción. Este color corresponderá al color rosa visto por los ocultistas como el Sol Espiritual,
esto es, el vehículo del Padre. Cuando esto se haya efectuado, la Transfiguración de toda la humanidad quedará completada; y entonces nosotros seremos uno con el Padre y Su Reino habrá venido a nosotros.

del libro "Iniciación Antigua y Moderna", de Max Heindel


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